María, la insaciable.
Todos los vecinos se quedaron expectantes sin pronunciar palabra alguna, cuando esa mañana del sábado pasado, una ambulancia con sus puertas abiertas de par en par, esperaba pacientemente con sus luces intermitentes, que cuatro enfermeros con mal aspecto, porque en vez de parecer empleados del sistema de salud, parecían cuatro miembros aberrados de las milicias bolivarianas con amplio prontuario por violaciones, actos lascivos y mala conducta ciudadana; que bajaran amarrada como una loca peligrosa a la pobre María -mujer muy conocida, que en sus tiempos mozos había sido víctima de una espantosa “redoblona” que le hicieron 4 facinerosos en los calabozos de la DISIP , en tiempos de CAP' - quien había quedado sumamente perturbada y que no dejaba de masturbarse a toda hora en los pasillos del edificio donde habitaba, ocasionando serios escándalos y mucha habladuría de parte de las ancianas que no dormían observando a la desquiciada mujer. Lo cierto, es que a pesar que la pobre mujer tenía con ese hábito desde hacía seis meses continuos con sus días y sus noches los vecinos la toleraban en su frenesí insaciable y hasta le pasaban por el lado y la saludaban con toda normalidad y hasta le preguntaban."cómo está señora María" y la insaciable mujer respondía entre largos suspiros: "... que estaba rica, inmejorablemente rica", pero lo decía cantando como si estuviera interpretando una balada de Donna Summer, en español. Pero como nada es eterno, aquel viernes por la noche cuando pasó lo más aborrecible que ser humano haya imaginado nunca jamás, los vecinos decidieron denunciar a la insaciable María porque…se le introdujo en el apartamento de los Herrera Peláez- españoles venidos a Venezuela después de la caída de Pérez Jiménez-, aprovechando que la ama de casa no estaba y que era una mujer muy chismosa que le tenía la vida hecha de cuadritos a María criticándole su obsesión imparable de acariciarse su sexo con furia hasta soltar un impresionante orgasmo que expulsaba como un chorro de orina de muchacho de 10 años apostando a ver quien mea mas lejos. Entonces, María sorprendió al viejo Herrera pillándola por una rendija de la puerta, mientras ella experimentaba una furiosa manipulación e inmediatamente le saltó encima como una gata rabiosa, estrujando su sexo directamente sobre el rostro del viejo Herrera, que comenzó a sentir unas palpitaciones extremas en su corazón y que le llevaron a caer en la sala del apartamento de largo a largo con espasmódicas convulsiones que no cesaban, mientras sus ojos extraviaban sus pupilas y botaba espuma por la boca. Lo increíblemente extraño es que el anciano había experimentado una erección impresionante, que según su esposa comentó posteriormente, no se la veía desde hacía por lo menos diez años. Afortunadamente, el viejito Herrera no falleció, porque esa noche ocurrió un milagro, pero su erección ni cedía un ápice, y todos observaban su miembro salido de su pijama como si fuera un chorizo guindando en un puesto del mercado de Quinta Crespo. Fue como a las dos de la mañana que la misma mujer tuvo que tomar el vejete miembro y proceder -según recomendación expresa de los versados cuatro paramédicos- a masturbar al Sr. Herrera hasta el fin del camino, cuestión de evitar una muerte segura por acaloramiento corporal excesivo y sin culminación. Entonces, el viejito finalmente expulsó un grito espantoso como si saliera de una escena de los “cuentos de la cripta” que ponen los vellos de punta y la carne de gallina y eyaculó por 10 minutos seguidos, inmensas gotas de semen hediondo a 10 años de envejecimiento, que salían expulsados como un proyectil de una vieja COLT, y con una fetidez jamás experimentada, que fue percibida por lo menos en 6 cuadras a la redonda, despertando hasta a los niños por un hedor francamente nauseabundo y que perduró impresionantemente por siete días. El asunto es que María se resistía como una gata a acompañar a los cuatro paramédicos con cara de delincuentes y entonces… entró en pánico recordando los abusos inclementes de que fue objeto en los calabozos de la DISIP , después que fue secuestrada en la antigua Escuela de Sociología de la UCV , cuando militaba con el MAS y le mentaba la madre a todo el mundo, incluso a los profesores de Antropología I. Ya la gente salía francamente de sus apartamentos, ante el escándalo que se había formado en el apartamento de los Herrera y la pobre María temía por su integridad de manos de estos cuatro sujetos que con la excusa de llevarla a un manicomio, no lo pensarían dos veces para darle una revisión técnica en la ambulancia. Entonces, los cuatro paramédicos en un verdadero arranque de impotencia trataron de “meterle mano” a María y aquello fue como si una chispa prendiera un contenedor de fuegos artificiales en época de navidad en plena Av. Universidad, porque eso se convirtió en un palomar callejero, con esos hombres con los ojos “puyúos” y el bulto afuera como si estuviesen vendiendo harina de maíz en plena Av. Lecuna a precios de dólar libre. Entonces, la cosa terminó en una masturbación colectiva y feroz que hasta los vecinos se acercaron al frente de los Herrera Peláez sin importarle la fetidez que había dejado el viejito Herrera; con sus miembros en la mano como si se tratara de una película en el viejo cine “Rialto” cuando con tan solo tres bolívares, los hombres ociosos veían a Ornella Mutti desnuda, mientras el palo va y viene bajo los acordes de un vals como fondo musical de Juan Sebastián Bach y que hacía que la vida fuera soportable en una Caracas donde no había colas eternas en el tráfico, exceso de exposición presidencial en los medios, ni un fanatismo político exacerbado en la esquina caliente a un costado de la Alcaldía y los hombres lucían su virilidad sin excusas de stress y las mujeres buscaban cabalgar en la gloria de la satisfacción sin decir “que estoy cansada y mañana será otro día”. Fue como a las 8 de la mañana que los cuatro hombres se fueron en su ambulancia sin llevarse a María, la insaciable, dejando en el viejo edificio de la Av. Lecuna , cerca de Parque Central, hediondez extrema, semen que corría a raudales por los pasillos y grupos de vecinos que extenuados no alcanzaron a seguirle el paso a María, la insaciable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario