martes, 11 de noviembre de 2014

Ocho días


Ocho días.
Ese domingo me levanté bien temprano como siempre. Entonces, me puse las alpargatas domingueras y salí a comprar los tres periódicos, que acostumbro a leer  ese día como algo sagrado: es una rutina que mantengo desde hace varias décadas, que mi mujer respeta, es como ir  a misa. La diferencia en estos tiempos, es que gasto casi cien bolívares en los tres diarios. ¿Qué no hacía uno con cien bolos, cuando era un chamito por los años sesenta? “Eso era plata”, pensé. Ahora, es un gas que se evapora. Como ya viene diciembre, uno se detiene a pensar en las tradiciones caseras. Ustedes saben; en limpiar la casa, pintar, arreglar esto, remendar aquello, adornar, hacer las hallacas, el “niño Jesús” para los chamitos, los regalitos y todo eso. “Es difícil no pensar en esas cosas”, me dije. Total que me puse mis periódicos debajo del brazo y fui a comprar varias empanadas para evitar que se cocine temprano en casa. Cada empanada me costó treinta bolívares, también llevo frutas para hacer un buen jugo de lechosa o  melón,  y entonces reviso los titulares a vuelo de pájaro: “Hallaca sale en Bs. 27 con relleno de Mercal”-decía en letras grandes una información dada por la agencia oficialista AVN-. Comento la noticia con los parroquianos que degustaban sus empanaditas y entonces todos rieron en medio de una guasa que todavía no ha terminado, y ya han pasado 8 días.

viernes, 7 de noviembre de 2014

La cocinita

Cuando llegué a la Av. Los Próceres ya había tanta gente que uno inmediatamente pensaba que no habría tantas lavadoras, neveras y cocinas para satisfacer las necesidades de tanta gente. A penas eran las dos de la mañana y el operativo montando por el gobierno para vender peroles chinos tenía dos días haciendo cola y la gente estaba pasando mucho trabajo para comprar un coroto. ¿Cuánto se puede vender en un día? –me preguntaba, entonces llegué a la conclusión que era muy difícil adquirir una cocinita en Venezuela y que esto era un verdadero despelote-.

A las ocho de la mañana no cabía más gente en la avenida; había un tráfico  insoportable y ya la autopista y avenidas de El Valle, Nueva Granada y Santa Mónica estaban colapsadas.

El trasnocho me estaba pegando y me sentía como si hubiese pasado la madrugada en el Hospital Vargas para adquirir un número y me pudiera atender el homeópata. Pero, decidí no tirar la toalla y aguantar hasta el final para comprar una cocinita como si fuera un reto personal y entonces como a las doce del mediodía un militar con cara de perro rabioso dijo “que se había suspendido el operativo porque no podían controlar la demanda del servicio”, pero fue sincero cuando dijo “que prepararían mejor el asunto para reactivar el operativo”. Sin embargo, yo había decidido no sufrir más ese calvario y me fui caminando a casa pensando cómo podría comprar una cocinita en Colombia.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Nuestra red social

Nuestra red

Esa semana había ido tres días al supermercado, por cosas del azar, no era mi costumbre estar dando vueltas entre los pasillos del establecimiento. Entonces, durante esos días coincidí con varias amas de casa. Al principio ni pendiente, pero al segundo día ya nos saludamos e incluso comentábamos algunas cosas vinculadas a los productos que no se conseguían. Entonces, nos sentamos a tomar café dentro del mismo supermercado y entablamos una amistad de compradores de víveres muy extraña. Luego, al tercer día  coincidimos nuevamente y de tres personas compradoras amigas, pasamos a ser siete, luego ocho, hasta ahora que somos como quince, convirtiéndose en una verdadera guachafita , que nos permite estar datados de dónde se consiguen los escasos productos, usando el celular y transmitiendo mensajes de texto como en un programa de radio.

Con este hermoso grupo, he establecido una estupenda red social que me ha permitido salir todos los días y conseguir los productos, emulando la propaganda aquella que dice: “…que a lo que la primera se le pasa, la segunda lo repasa”. Desde entonces, consigo los víveres en un alto porcentaje, aunque caminando mucho con mis amigos de aquí para allá y de allá para acá. Es cuestión de usar unos buenos zapatos deportivos, ropa cómoda y tener muy bien carácter y mucha paciencia.

-Naturalmente-les digo a ustedes-, no hay garantía de nada. Todo es cuestión de suerte, pero si les aseguro que cada día la cosa es más difícil y la plata rinde menos.