viernes, 22 de mayo de 2015

Teresa, mamá pata

Teresa, mamá pata
La señora Teresa había llegado sola en un taxi a la maternidad, como a las 9 de la noche. Entonces, sacó unos billetes del bolsillo delantero de su bata maternal color perico y le pagó al chofer, quien se marchó tan pronto ella se bajó, para perderse tras una inmensa puerta, como si entrara a una fabrica de juguetes.
Caminaba como una pata, meneándose en una especie de bamboleo con su inmensa barriga de mujer embarazada. Entró por emergencia caminando como si estuviese comprando las verduras para montar una sopa en domingo. Ella decía que no necesitaba tanto tocamiento; que ya sabía que estaba a punto de parir, que ya sabía perfectamente que era el momento…pero, la enfermera que estaba de guardia le dijo con voz de sargento de tropa “que se quedara tranquila; que ya la iban a atender, tan pronto se desocupara la doctora que estaba en quirófano”. Entonces Teresa se sentó en una silla en un pasillo donde siete mujeres, casi niñas esperaban atención, con el terror en la cara que siempre tienen las primerizas.
Pasó una hora y nada que le atendían, sin embargo la doctora de guardia ya había salido y revisado a todas las mujeres para generar una lista de atención en la sala de parto. Teresa tomó su teléfono celular para llamar a su casa y pasar revista a sus otros hijos “Todo está bien mamá” le respondió su hijo mayor. Entonces Teresa se levantó de su silla y se acostó en una camilla, mientras llamaba a la enfermera para que le asistiera y pujando como si tomara agua, comenzó el proceso de alumbramiento ante la mirada de las siete muchachas, que nunca habían visto a una madre con experiencia.

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