viernes, 22 de mayo de 2015

Visita para Darwin

Visita para Darwin
Como sucede todos los domingos, los presos se congregaron en la cancha que quedaba entre las dos torres de la penitenciaría y “el Darwin” no esperaba a nadie.
Entonces, se paseaba entre los grupos para conversar y compartir con las visitas de sus compañeros. Había estado preso en una cárcel del Estado Miranda, pero recientemente había sido trasladado al Guarico en uno de esos movimientos inexplicables que hace el Ministerio y que a veces no obedecen a ningún criterio lógico. Lo cierto, es que no conocía a nadie en ese sitio y el peso de su condena se hacía sentir por la soledad y las penurias que sufre un preso en tierras extrañas.
Cuántos pensamientos habían pasado por su mente cuestionando las malas juntas y los errores cometidos como si nunca pagaría por ello. De esa manera, juraba redimirse; de esa manera, deseaba salir pronto hacia la libertad y comenzar otra vida. “Si eso haría”-se dijo-
Las horas de visita se estaban extinguiendo como una vela que está a punto de acabarse, cuando desde el portón un preso le grita: “Epa Darwin , tienes visita”. Entonces, el hombre sale de su letargo y pregunta: “¿Visita para mi? ¿Quién me visita?” y el mismo preso le responde: “Es tu mamá”.

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