¡Vuela, vuela zamurito porteño!
Esa mañana de junio de 2010, era hermosa debajo del azul cielo y frente a las aguas marinas de Puerto Cabello. Hilario se apresuraba a llegar antes de las siete de la mañana a su trabajo para recibir la guardia en el “Bolipuertos”, empresa centralizada, administrada por una sociedad cubano-venezolana, sucesora por orden presidencial del INP, instituto fallecido de un estacazo expropiador un domingo cualquiera. Quedó asombrado –Hilario- con la inmensa cantidad de zamuros que sobrevolaban como aviones de combate de la segunda guerra mundial, la cantidad de contenedores apiñados uno sobre otro como simulando un rancherío de un cerro de Caracas. Hilario tomó su radio y apertrechado con su gorra roja y su chaqueta acolchada de revolucionario uniformado, se apersonó al encuentro de los contenedores que no podían ocultar la inmensa cantidad de gusanos y gorgojos que salían arrastrándose unos y corriendo otros; gordos y sobrealimentados de carnes putrefactas importadas, leche pasada, arroz viejo, granos perforados por animalitos felices que salían al exterior para conocer y respirar aires de la costa apacible de Puerto Cabello. Ciertamente, eran cantidades de alimentos importados a diestra y siniestra, que ahora se perdían como si se quemaran en una fogata 2.000 millones de dólares, sin el mínimo asombro; para supuestamente alimentar al pueblo y arruinar a una burguesía agropecuaria anti-gobierno. Entonces Hilario respiró profundamente mientras observaba la desesperación de los zamuros atraídos por los gases y los olores nauseabundos de la descomposición y decidió dar el primer parte de la mala noticia: Mas de 70.000 toneladas de alimentos descompuestos almacenados en más de 2.300 contenedores que no podían seguir ocultos bajo el vuelo de los zamuros: ¡Una pelusa! Esa tarde, Hilario salió del Puerto revisando lo ocurrido ese día y se dijo, “que la próxima vez no lo pensará dos veces para llevarse a casa algo de carne, de leche, de arroz, de granos, así tenga que merodear de contenedor en contenedor, como zamuro cazando pollos, en ésta Venezuela del bochinche y del ‘vivo’ rojo, azul, blanco o negro como el zamuro”.
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