miércoles, 10 de septiembre de 2014

El piojito va para clases.

El piojito va para clases.

El piojito es mi vecino, y es un niñito, que ya cumplió cuatro años y su mamá está muy mona, porque el bichito-quien es su único hijito-, irá por primera vez a la escuelita.

La mona de su mamá-como dije- está tan contenta como el primer veinticuatro de diciembre, cuando el niño Jesús, le trajo sus primeros juguetitos; que por cierto usó realmente cuando tenía como tres añitos, pues les cuento, que el señalado “niño Jesús” le trajo un carro más grande que él y solo pudo usarlo, cuando lo pedía por su nombre.

La semana pasada lo sacaron de shopping, para comprarle unas franelitas rojas; unos pantaloncitos azules, unas botitas negras como si fuera un soldadito de plomo, varios juegos de medias, interiores nuevos y un morral más grande que él, con tantos dibujitos animados,  que llevará en la espalda una tienda de juguetes.

Ahora, la mona de su mamá dice “…que está preparando el bolsillo, para comprarle los útiles escolares, que parece una lista como si el piojito estuviese entrando en la academia militar, para salir como ingeniero.”

 La pobre “mona” se ha convertido en Gorzila al ver los precios de los útiles, pero está muy contenta y todo lo que compra son cosas muy “cuchis” para que el piojo estudie y se divierta botando sacapuntas, perdiendo creyones y rayando sus cuadernos como si fuera un pintor especializado en alguna tendencia cinética y haciendo esculturas de plastilina; no solo para darle flexibilidad a sus deditos , sino para adornar su cabello, pintar sus franelas con acuarela y volver su morralito un saco de pordiosero, si es que antes no lo pierde; por andar descuidado, saltando, jugando y pendiente del vuelo de una mosca, que se pierde en el rosal de un jardinero.

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