La velita en la tumba
El día de los muertos yo no voy sola al cementerio, porque se han visto “aparecidos” en muchas partes. Ese día, parece que los muertos andan revueltos y salen con permiso a visitar gente. En el pueblo hay una ancianita vestida de negro que aparece todos los lunes y los días de los santos inocentes, es una fija, que se le vea caminando a altas horas de la noche por las calles solitarias. Tiene como cien años apareciendo y caminando rápido por esas calles; camina tan rápido, tan rápido, que parece que volara y nadie la alcanza- . Hace como tres años, Chicho Ramírez y Olguita Borotoche-quienes no creen en pajaritos volando- trataron de perseguirla y se le pegaron atrás como una garrapata, pero la vieja no se dejaba ver la cara; bajó caminando del barrio “Machado”, que queda del otro lado de la carretera, la persiguieron por la calle principal del pueblo-como a las doce de la noche-, atravesó la plaza Bolívar y siguió al cementerio. Allí entró con desesperación y prendió una velita en una tumba, luego se devolvió sobre sus pisadas, regresando nuevamente al pie de montaña, ante la mirada de piedra de Chicho y Olguita y de repente, la vieja se convirtió en pájaro y se fue volando, dejando un chillido espantoso detrás de ella, que el pobre Chicho se orinó los pantalones y Olguita cayó de largo a largo, como si fuera un coco que cae de lo alto.
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