lunes, 6 de octubre de 2014

!Vamos burrito, que la cena espera!




¡Vamos burrito que la cena espera!
La carretera fue construida durante el gobierno del General Gómez. Traían a los presos con sus grilletes y entonces le daban picos y palas para que trabajaran abriendo el camino. Era un trabajo muy duro con mucha fuerza humana y hasta de caballos que “jalaban” troncos amarrados con mecates porque no había gran maquinaria como en estos tiempos. Muchos hombres no aguantaban el trabajo y caían en el suelo, agotados por el cansancio y los latigazos de sol ardiente que le quemaban los rostros y las espaldas sudorosas. Mi abuelo llegó a socorrer a muchos hombres picados de culebras que nunca habían agarrado un machete en su vida. Poco a poco, vimos crecer la carretera de asfalto con sus puentes y sus curvas peligrosas que serpenteaban entre los grandes árboles. Atrás se iba quedando el camino polvoriento cruzado por riachuelos que hacían una aventura transitar hasta Caracas. Poco a poco quedaron atrás los asaltantes de caminos, aunque yo seguí por un tiempo montando mi burro y usando nuestra carreta para cargar los víveres y las cestas que guardaban el pescado salado destinado para la venta. Hasta el sol de hoy tenemos burros, que nos pasean por la montaña y se mojan sus patas a la orilla del mar como en una fotografía vieja viviente, que se niega a perderse en el tiempo.

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