Yo, me voy para la playa
Por nada del mundo, yo voy al cementerio el día de los muertos. Eso es horrible, pues va mucha gente, entonces todo es más caro. Los taxistas quieren hacer su agosto en las cercanías del cementerio, además que hay que caminar mucho, porque las calles se llenan de mucha gente y eso parece una procesión sin santo. Los muchachitos que buscan el agua para las flores y limpian las tumbas se sienten que son unos especialistas, y creo que cobran más caro que un médico especializado en hacer “las lolas”. Entonces, yo voy al cementerio el viernes en la mañana y “arreglo” a mis muertos ese día. Naturalmente, les rezo y pido por ellos donde quiera que me encuentre, no sin dejarles bien claro que el domingo no iré como hace todo el mundo, para no pasar trabajo y les prometo-cosa que cumplo rigurosamente-, ponerle su velón desde mi casa y hasta les pongo un vino a mi mamacita y un roncito a mi marido para que la mesa quede bien servida. Y como el muerto va al hueco y el vivo al bollo, ese día… yo, me voy para la playa con mis hijas y mis nietos, me como un arroz con atún y ensalada, que llevo en una cavita y de regreso vengo “sarataca” después de degustar unas tres o cuatro espumosas, mientras pienso lo bella que es la vida, aunque se vaya como un suspiro y a veces, hasta sin aviso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario