Lindos versos negroides,
para ser leídos
mientras se viaja en camioneta,
o después de agarrar una rabieta
UNO
El otro día cruzando la Av. fuerzas armadas
Me atropelló un chofer borracho
Y me dio duro en una pierna.
Yo me dije:
“-coño, me jodió este maricón, carajo”
Entonces, unos policías
Que para mi suerte
Estaban comiendo unas empanadas
En la esquina de San Luís,
Detuvieron al hombre
-quizás pensando en un negocio-
Y a mi rápidamente
Me llevaron al hospital Vargas
Pues, se presumía una fractura
Por el dolor extremo
y eso que yo no soy llorón.
Cuando llegamos a “emergencia”
Una doctora morena
Con cara de barloventeña
Dijo: “desnúdenlo” -como si yo participara
En un certamen de belleza-.
“Yo protesté inmediatamente
-Porque me acordé de un pequeño percance-”
La doctora decía que eran las normas
¿O, es que acaso quería que me picaran el pantalón?
Yo le dije a la matasanos:
“pique el pantalón doctora
Porque me acabo de acordar
Que tengo el interior roto
Y lo que tengo guindando
se me va a salir, sin ser invitado”
Entonces, la negra me dijo
con su voz de madre amorosa:
“en este hospital mando yo”,
Ordenando nuevamente:
“Para fuera el pantalón
Salga quien salga,
Así sea un degenerado,
Feo o maloliente”
DOS
El fin de semana pasado
El ocioso de José Antonio
Se tomó como 15 viagras
Detrás de un palo de ron
Y le rompió a la mujer la pantaleta.
Se pasó toda la noche
Sin poder dormir
Dando en el rancho pura voltereta
...
Salía un ratito al patio
Se tomaba otro palito de aguardiente,
Miraba la luna
Y regresaba
A brincar como un mono
detrás de la pobre Casilda
Que parecía una pandereta.
Así estuvo toda la madrugada
Hasta que salió el sol
Y el José Antonio se quedó dormido
Con el asta de la bandera
mirando para arriba,
Ondeando la pantaleta
Y la negra Casilda
Toda ojerosa
Preparó su maleta
Y se fue a donde su mamá
En el pueblo de Río Chico
A tomar hervido de lebranche
Y a lavar en el patio
Todas sus pantaletas.
TRES
El otro día en una buseta
Una negra gorda y tetona llevada guindando
Un negrito llorando
-Parece que quería teta-
Pero, la negra soltó un vozarrón
Diciéndole:
“cuando llegue a casa
Te meto en la poceta”
CUATRO
El otro DIA me pasó una hembra bien bonita por delante,
caminando rapidito, con mucho apuro,
sin embargo, no por eso
detallé a la linda mujer
con unas piernotas
y amplia cadera
con una boca carnosa y unos ojazos grandotes,
que le llamaban la atención a cualquiera.
Detrás venía el marío...
Que se me quedó mirando
Sin yo haberle dicho nada al mujerón
Y me preguntó en son de pelea
“Que si algo se me había perdío”
Yo le respondí por la calle del medio
Ante el nerviosismo de la mujer
“que nada se me había perdío,
Pero lo que me consiga en la calle,
Es mío”
CINCO
los tiempos están cambiando
a paso rápido y con mucho desconcierto,
como si el apuro despejara
las costumbres y los modos
guindados en un palo
donde las gallinas duermen la siesta
en una tarde de caminatas,
baños y jumentos.
El otro DIA se me atravesó una chama...
en la esquina de cipreses, en la Av. lecuna
y me lanzó un piropo extraño
que me dejó turuleco:
“Adiós viejito lindo
Si fueras naranja
Te sacara el jugo…”
Yo no miré para atrás,
No quise ver su cara
Y me sentí intimidado
Por lo que apreté el paso
Si me agarra en un callejón oscuro
Me sacan en camilla
Porque la carajita me haría papilla
Creyendo que soy papa, con leche y mantequilla
SEIS
La bachaca Marisol Espíritu Santo
Anda de lo más presumida
Desde que se metió a vivir
Con el negro Matías “Pajarote”.
Casi no saluda a nadie
Y camina diferente
Con el culo parao
luciendo su pantaloncito caliente
y eso que el negro la tiene viviendo
en rancho “desbaratado”
con techo de cinc
y puerta de cartón
donde no llega el agua corriente
SIETE
La negra María Encarnación
Me tenía bailando como un majarete
En aquellos años
De cuando uno no creía en nadie
y tenía que amarrar el machete.
Un fin de semana
la fui a visitar
-a escondidas-,
En el caserío donde vivía,
Con su taita y sus siete hermanos
Que parecían como diez y siete,
y
Quienes me miraban feo
Como si yo fuera un roba gallinas
Dándole vueltas
A su gallinero
Con intenciones
De hacer hervido,
Escondido a orillas del río,
Usando
Todo recogido en el camino
Y con ocumo silvestre.
Total, que me llevé a la negrita
Al fondo de un platanal
Para darle unos besos
Y ver si tanteaba su yuca
Y le meneaba el florete,
Pero no hice nada
porque la negra era muy inocente,
estaba muy jojota,
demasiado inocente.
Sin embargo, me preguntó
“¿que tienes tan duro en el pantalón?”
Yo le dije “es un plátano grande
Que arranqué de aquella mata
Y me lo llevo
Para hacer tostón más tarde”
A lo que la negrita me respondió
“Esta muy bien, porque se nota que está verde”