sábado, 9 de agosto de 2014

Choque con una ventana


Choque con una ventana
LUIS ALFREDO RAPOZO

-“Hijo, vaya corriendo a donde el señor Vincenzo y le dice que le venda un paquete de galletas americanas-me explicaba mi mamá, pero eso es urgente, corriendo, rápido, volando-y entonces me chasqueaba los dedos para dar a entender que tenía que volar como el viento-.

-¿Guau, galletas americanas…y son dulces, mami?-le pregunté a mi mamá con una vocecita ...muy fina de un niño de seis años-.

No pregunte más nada, que el señor Vincenzo sabe.-me respondió, sin dar detalles-, le paga con este billete de diez bolívares y espera el vuelto y que le entregue las galletas en una bolsa y se me viene rápido, sin ponerse a jugar, ni distraerse en el camino, que yo se que tu das mucha vuelta a esa imaginación, vaya pues…

De esa manera, sentí que estaba cumpliendo una misión muy importante, que yo era el indicado para volar por toda la segunda calle de los robles, que mide como trescientos metros, doblar la esquina y casi al final de la cuadra, conseguir la bodeguita del señor Vincenzo, que estaba repleta de vegetales y frutas y decirle todo lo que me había dicho mi mamá. Pan comido, “hoqui, doqui” y entonces salí corriendo, prendí el carro- que está vez, era un hermoso deportivo rojo como los que usa James Bond- y hundí el acelerador con mis dos piernitas flaquitas.

En pocos segundos, había hecho el recorrido, apuré al señor Vincenzo, quien no dejaba de sonreír buscando las benditas galletas, pero de regreso tomé la curva demasiado cerrada y me estrellé contra las rejas de las ventanas que sobresalían demasiado, ganando un ojo morado, sin embargo, recuperé inmediatamente las galletas y llegué a casa cumpliendo la misión, pero con medio carro desbaratado.”

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