sábado, 9 de agosto de 2014

Una de vaqueros

Una de vaqueros
Ringo tenía como 4 años perdido en algún lugar de Colorado, con la mente extraviada por los momentos amargos de la guerra entre el norte y el sur, y había caído en manos de los yanquis estando preso, sin saber nada del mundo. Un día lo dejaron libre y se enteró que el sur había perdido con los yanquis.

Entonces, decidió regresar a sus tierras donde era un rico terrateniente. Se tardó varias semanas en llegar, para descubrir que todo había sido arrasado y que su mujer vivía un amancebamiento con un sujeto sin escrúpulos; que la tenía como esclava sexual y no la dejaba asomar la cabeza por la ventana, en un sometimiento impresionante. Todos en el pueblo creían que él había muerto en algún combate o estaba loco, para colmo nadie lo reconocía, entonces se cambió el nombre por el de Landom, hasta recuperar sus bienes y su mujer.

De esa manera, comenzó una verdadera lucha contra el Poder de Anderson quien se había apoderado de todo el pueblo; manejando la ley a su antojo y matando a cualquier cristiano o protestante que osara levantar la voz y sin pagar ningún homicidio como si el caído fuera un perro callejero. Afortunadamente, consiguió la colaboración de una linda prostituta que trabajaba en “el salón” del pueblo y lo animó suficientemente para enfrentarse contra 30 mexicanos que tenían el pueblo de cabeza, bajo el terror de sus pistolas y operaban bajo las órdenes de Anderson: ese fue el primer paso y a pesar que recibió un balazo en el brazo izquierdo, ese mismo día se dirigió bien apertrechado con una escopeta de dos cañones y su revolver cañón largo de seis tiros al cinto y montado en su caballo pinto, tomó el rumbo hacia el rancho de Anderson que estaba resguardo como por 300 pistoleros de malas pulgas.

El enfrentamiento fue terrible, pero gracias a su buena puntería e inteligencia, estuvo echando plomo toda la madrugada y poco a poco fue exterminando a los bandoleros de diez en diez, hasta que al final en medio de un reguero de sangre, quedaba solamente él, el viejo Anderson y su mujer que estaba encerrada en un cuartucho de mala muerte. Entonces, tomó una cuerda que tenía en el caballo y la lanzó al segundo piso. Se subió rápidamente y se encontró con el viejo y a golpe limpio lo hizo comer tierra, hasta clavarle un puñal en el pecho después de forcejear un buen rato. No fue fácil, pero liberó a su mujer, aunque para nada, porque terminó fugándose con la prostituta del pueblo.

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