La muerte de Carmela Montiel
A Carmela Montiel la encontraron ese atardecer muerta en la calle, sobre un charco de sangre y luego se supo que le habían dado tres puñaladas certeras en el abdomen, las cuales le quitaron la vida. La bella muchacha no llegaba a los veinte años y era una mujer de la etnia wayú; preciosa, con sus largos cabellos negros y sus ojos grandes color de miel, que atraían a cualquiera de solo ver su rostro pícaro, joven, hermoso, y donde se resaltaba su boquita sensual y carnosa.
Para su desgracia -cuentan las viejas rezanderas sobre su cadáver-, el viejo Facundo se enamoró de ella de una manera enfermiza y no soportaba el galanteo de la muchacha con cuanto mozo compartiera. “Si es verdad- dijo la india “Flor del Campo”, con su voz de trino y acento marabino-, el hombre era muy celoso y siempre le advertía “…que la mataría si lo dejaba; que la mataría si se iba con otro…”, pero ella se reía y desestimaba las amenazas del viejo Facundo con una risita de niña y más bien, le respondía “…que ella no era de nadie y que se bajara de esa nube.” Entonces, aquel viernes fatal, Carmela estuvo bailando con el mozo de Encarnación Atencio en las riveras del paseo del lago y según las palabras de la india “Flor del Campo”, “… el viejo Facundo no le quitaba la vista de encima y la señalaba con el dedo en forma amenazante, mientras la Carmela reía alegremente y movía sus caderas anchas en forma sugestiva bailando con Encarnación y coqueteando con su mirada…”
Nadie supo en qué momento se le acercó el viejo Facundo a Carmela, pero todo debió suceder muy rápido, porque solo llegaron ver al hombre huyendo entre la multitud y el cuerpo de la pobre Carmela emitiendo sus últimas palpitaciones de esa imprudencia juvenil que no sabe defenderse de la obsesión de un hombre embriagado por el licor y los celos…
Para su desgracia -cuentan las viejas rezanderas sobre su cadáver-, el viejo Facundo se enamoró de ella de una manera enfermiza y no soportaba el galanteo de la muchacha con cuanto mozo compartiera. “Si es verdad- dijo la india “Flor del Campo”, con su voz de trino y acento marabino-, el hombre era muy celoso y siempre le advertía “…que la mataría si lo dejaba; que la mataría si se iba con otro…”, pero ella se reía y desestimaba las amenazas del viejo Facundo con una risita de niña y más bien, le respondía “…que ella no era de nadie y que se bajara de esa nube.” Entonces, aquel viernes fatal, Carmela estuvo bailando con el mozo de Encarnación Atencio en las riveras del paseo del lago y según las palabras de la india “Flor del Campo”, “… el viejo Facundo no le quitaba la vista de encima y la señalaba con el dedo en forma amenazante, mientras la Carmela reía alegremente y movía sus caderas anchas en forma sugestiva bailando con Encarnación y coqueteando con su mirada…”
Nadie supo en qué momento se le acercó el viejo Facundo a Carmela, pero todo debió suceder muy rápido, porque solo llegaron ver al hombre huyendo entre la multitud y el cuerpo de la pobre Carmela emitiendo sus últimas palpitaciones de esa imprudencia juvenil que no sabe defenderse de la obsesión de un hombre embriagado por el licor y los celos…
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