Indiana Jones estuvo en Cupira
Este fin de semana viví una experiencia única por los lados de Cúpira adentro, nada más y nada menos que con el mismísimo Indiana Jones. Cuando usted se interna en las montañas de Cúpira parece que entrara en otra época; que retrocediera 100 años atrás en cuestión de horas transitando a pie o en burros, porque ni carretera hay por esos lados. Los habitantes de la zona viven aislados, tienen muchas siembras; tanto de verduras, granos, hortalizas como frutales que pierden cosechas por montón, por las dificultades para sacarlas de allí.
Yo estaba por esos lares en son de aventura, cazando venado o cualquier animal que se encontrara uno como cochinos de monte, pero no vimos ni uno en los primeros instantes. Sin embargo estaba Indiana Jones con su sombrero y su látigo buscando una supuesta reliquia precolombina que según los datos que traía de no sé que viejo libro aparecido en Manchester, tenía el secreto cual manual, de mantener la fuerza y la juventud a flor de piel, con solo pedirlo y sobar la bendita reliquia. Inmediatamente, cuando ese hombre pisó tierra en lo alto del bosque, empezaron a salir cocodrilos por todos lados, culebras tragavenados como arroz y unos pájaros inmensos que nunca se habían visto por allí y que parecía que tenían el hambre atrasada porque perseguían a uno, como si tuvieran una psicosis; una fijación para usar la carne de uno como alimento.
Gracias a Indiana Jones que se entró el solo a golpe con esos animales nos libramos de esa amenaza, pero la cosa se puso fea luego que aparecieron unos alemanes no sé de dónde, que pretendían dominar el mundo a punta de la bendita reliquia y ya yo estaba pensando regresarme al pueblo de Cúpira, porque arriesgar la vida de uno por unos piches dólares y que para enseñarle tan solo lo que es una tortuga criolla, pues no valía la pena.
Gracias a Dios que salí vivo de ese monte, porque el hombre dejaba tierra arrasada por todas partes quemando hasta las chozas de la gente y un reguero de alemanes muertos que daban pena ajena, pero lo más que impresionó es que se fue nadando por Machurucuto como tres kilómetros mar adentro, sorteando tiburones como si fuera una sopa de letras hasta que se encaramó en un barco de mala muerte y en menos de lo que brinca un sapo, el peñero se fue mar adentro como buscando la isla de Puerto Rico y a juzgar por los besos que se daba con una negra que se consiguió monte arriba, creo que el hombre consiguió la reliquia.
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