viernes, 29 de agosto de 2014

Bailando en la pastora

Hace una pila de años estuve de vacaciones en Caracas, pero realmente
fui a hacer lobby para ingresar a la universidad y asistir a una fiestecita en el barrio de la pastora.

Era un sábado por la tarde y todo era alegría, pues los amigos desbordaban entusiasmo y además era en la casa de una noviecita bien linda que pretendía, que no llegaba a los 18 años y parecía,- la nenita-, un capullito de azucena, casi listo  para hacer su apertura al mundo y mostrar toda su belleza.

La casa era muy bella, de esas que abundan en el sector, que tienen más de cien años;
con su frente  de columnas cuadradas, su jardín a los lados y una caminería larga
de mosaicos portugueses que conducían a la puerta principal, para llegar a una amplia sala  donde estaba la gente bailando, animadamente, frente a un picó que sonaba
los acordes de una guaracha-sin duda-, interpretada por la Billo en un ambiente sabroso y familiar, que ustedes se pueden imaginar fácilmente; con un grupo bebiendo ron con coca cola, o güisqui con hielo y soda, dependiendo del gusto de la gente.

Efectivamente, Cheo García tenía loca a la gente con su voz pegajosa: “…yo quiero ser como Ariel / yo quiero ser como él / que escribe, canta, diseña /  y hasta le baila ballet…” Y en eso, sale la nenita para hacerme pasar, mientras se comía un perro caliente, yo entré mientras saludaba y conocía a la gente, incluida a la mamá de la nenita que me dejó tuerto de entrada: Era una mujer bellísima como de 40 años,
con unos ojazos matadores, una cabellera de azabache, unos pechos  llamativos,
unas piernotas hermosas debajo de una faldita que estaba de moda y entonces me dije:
“No jile,  la vieja está más bonita que la nenita” Así que la dejé comiendo perro caliente
y me fui a bailar con la viejita.

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