Tio Pollo, en nochebuena

Tio Pollo, en nochebuena

 Tío Caricari estaba montado en lo alto de su palo observando el entorno-como solía hacer a diario, mientras la brisa levantaba su copete de gavilán altivo e imponente-. La brisa marina recorría la costa y la mañana era apacible, fresca y muy grata. -Hoy es Nochebuena-le comentó a Tío Perro, quien metía su nariz en cada arbusto, buscando algún huesito olvidado en la zafra del día anterior. -Si no me lo dices, no me doy cuenta-le contestó- -Las estrellas lo dicen, desde las alturas.


Ellas todo lo guían desde el principio del mundo y un buen gavilán debe aprender a leer la naturaleza –le explicó el hermoso Caricari-. -Yo no miro mucho para arriba, cuando el estómago me retumba-le contesta Tío Perro-, pero si algo respeto en la vida, es un buen banquete en Nochebuena.


De lejos, Tío Pollo escuchaba la conversa haciéndose el “musiú” y se balanceaba en sus dos patas; teniendo los ojos bien pelados, entre picoteo y picoteo, escudriñando semillas y animalitos que huían a su paso. -Yo en Nochebuena no invento mucho, por consejo de mi padre. Siempre me recojo temprano, para comenzar mi rutina con los primeros rayos del sol del día siguiente- dijo Tío Pollo con voz nerviosa-.


Cada quien con su rutina-opinó Tío Perro-, pero hoy es un día especial y deberíamos tener un banquete inolvidable, para compartir un rato entre brindis y bailes. -Es muy buena idea-dijo Tío Caricari- y hasta podemos intercambiar regalos y dulces-mientras miraba melosamente a Tío Pollo, quien permanecía receloso e inquieto-. No fue fácil convencer a Tío Pollo, para que asistiera al banquete e intercambiaran regalitos.


Esa noche, Tío Caricari le obsequió unas mazorcas de maíz a Tío Pollo y Tío Perro le sirvió un plato de aceitunas y alcaparras. Esa Nochebuena tan linda, los tres animalitos compartieron una botella de miel y a las doce de la noche, Tío Perro y Tío Caricari, comieron pollito dulce, adornado con aceitunas y maíz.