viernes, 8 de agosto de 2014

Mamadores de gallo

Mamadores de gallo

Un 2 de agosto de 1972 Gabriel García Márquez vino a Venezuela para recibir su reconocimiento correspondiente al II Premio Internacional Rómulo Gallegos por “Cien años de soledad”.


Su discurso fue muy breve, tan solo fue de cuartilla y media titulándolo: “Por ustedes”.


Decía el Gabo que había venido a Venezuela no a recibir el premio en sí, que le reconocía su entrada al mundo de la historia literaria en América latina, sino por un acto de solidaridad en una tierra donde fue feliz en su juventud, cuando era indocumentado.


Sí, decía el Gabo que nosotros los venezolanos éramos “…amigos generosos, cojonudos, mamadores de gallo hasta la muerte” y por eso había venido como una especie de agradecimiento por la manera como fue tratado aquí por un circulo de amistades que le hicieron la vida grata.


En aquel momento me hubiese gustado escuchar al Gabo pronunciar un discurso más denso y profundo sobre su obra, que causaba un encanto de brujería y que trascendiera más allá de la cortesía, pero no fue así: El costeño fue breve-como dije- y nos describió de una manera tan cruda como real. Desde entonces, he pensado mucho sobre ese acto y hoy he llegado a la conclusion que –El Gabo-, tenía toda la razón.


Esas palabras buscan explicar la manera de cómo tomamos las cosas trascendentales de nuestra vida contemporánea como si fuera un juego o una escena cómica, y hasta tragicómica, dramática –inclusive-, en una pieza de teatro con serios adornos de tragedia. Los problemas más delicados no son tratados con la seriedad que ameritan y pareciera que jugáramos con candela sin temor a quemarnos y en cierta forma da pena: No respetar la economía y el alimento del mañana por nuestras políticas económicas erradas, da pavor; hemos vivido con un precio del petróleo como nunca, pero nuestros gastos aumentan, al igual que las deudas y la improductividad.


A veces pienso que el gobierno insiste en arruinar el futuro. Entonces, desde que era un muchacho, siempre he pensado que aquí, cualquiera es un mamador de gallo faculto y le da oportunidad a un hombre como el Gabo para crear una pieza literaria merecedora de un premio.

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