La confidencia
Un amigo mío me hizo una confidencia, me contaba que hace poco tiempo murió su suegra y que una mañana por la puerta de la cocina se introdujo una enorme zamura, grande y gorda como era ella y además tenia los ojos azules-igual que la difunta-.
Me contaba mi amigo, que al principio le dio mucho miedo porque se había pasado toda su vida peleando con la señora y que esta le había echo muchas maldades en 40 años de convivencia diaria y si esa señora había reencarnado en ese animal, pues para algo bueno no había venido nuevamente a su encuentro.
Entonces, el animal -digo, la suegra- se montó en su mesa y empezó a defecar en su desayuno, mientras cantaba como un indio piel roja y casi que hablaba sin quitarle la mirada de encima. Por eso fue que se acordó de su suegra y la asoció con el animalito, porque su suegra siempre le decía que algún le daría a comer “fofó” en su comida, por eso se le pararon los pelos, porque “el animal de su suegra” lo miraba feo.
Últimamente se han visto muchas cosas raras de animalitos que andan por allí paseando y resulta que en otra vida fueron suegras y gente importante, etc., que se le pueden presentar en cualquier momento y hay que estar preparados con un crucifijo por lo menos.
Mi amigo no tenía en ese momento nada, entonces inventó una oración y se la sacudió a la zamura, mientras le decía: “Tu me echarías cualquier cosa en la comida vieja zamura, pero yo te daría con la oración de San Tojo, que si me miras mal, te saco un ojo”.
La zamura salió volando como si hubiese visto al diablo, pero mi amigo dice “…que su suegra es capaz de presentarse de nuevo en cualquier momento”. Lo bueno, es que si no tiene un crucifijo encima por lo menos tiene la oración de San Numa, que si no se acuerda de alguna, pues, inventa una.
No hay comentarios:
Publicar un comentario