sábado, 9 de agosto de 2014

Cinco velas

Cinco velas

Mi comadre Inocencia Guaita, es una mujer muy inteligente y no me cansaré de decirlo siempre, pues quedó demostrado una vez más, el pasado domingo en la noche cuando sobrevivió a una posible desgracia. Todo comenzó al finalizar la tarde, cuando su anciano padre llegó a su casa en muy mal estado de salud, pues lo habían atracado en la esquina, dos malhechores que andaban merodeando la zona en una moto sin placas y más armados que Rambo en un pueblo sin ley.


Al pobre viejito Guaita le dieron la voz de “quieto” e inmediatamente procedieron a quitarle todo lo que tenía encima y hasta una bolsita de pancitos dulces, que les llevaba a los hijitos de mi comadre. Lo feo de la cosa, es que los dos bandoleros, si bien no le entraron a tiros como en una película de Clint Estwood; guardaron las dos pistolotas y le entraron a patadas, golpes y palos, y antes de irse a la fuga en el caballo mecánico, uno de los cacos le dio dos puñaladas certeras en las costillas, que por poco y no lo pasan de un solo trancazo para el otro mundo.


Allí fue donde la inteligencia de mi comadre salió brillando como un sol, e inmediatamente se prestó a curar al viejo Guaita, limpiándole las heridas y preguntándole a cada rato si le dolía, que es lo mismo que harían en el hospital, pues, nunca tienen ni gasa.


Le inyectó unas penicilinas para una posible infección, le metió mucho calmante durante toda la noche para que aguantara hasta que saliera el sol y pudiera llevarlo a una clínica sin peligro. -¿Y entonces comadre, se la jugó, dejando al viejito Guaita en casa, sin atención médica?-le pregunté-. .”Si compadre-me respondió-, lo pensé bien y eso fue lo más sensato. Entonces, agarré cinco velas y se las encomendé a las ánimas, al Dios Todopoderoso, a la Virgen del Valle y le pedí que me protegieran al viejito, mientras llegaba el amanecer y las probabilidades de evadir al hampa, fueran mayores.”

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