Quedó como carne de puerco
Salomé era una mujer tan hermosa y seductora, que muchos ancianos que saben algunos secretos de la vida decían “…que mujeres como esa, nacen cada cien años”. Y es que tenía una especie de sortilegio en su mirada; un hechizo en su voz que embriagaba a los hombres y los ponía como estúpidos detrás de ella, con ansias desesperadas de poseer su cuerpo de guitarra.
Quizás ello explicaba el hecho de que había tenido varios hombres en su vida con vivencias apasionadas y ardientes, dignas del mejor romance, del mejor poema que cantara su historia; pero ella terminaba apartándolos de cansancio y aburrimiento: Por ello, los mismos viejos sabios decían “…que ella era una mujer fatal, que arruinaba a los hombres y los dejaba como un trapito en el basurero”.
Un día se enamoró de Juan, que quizás fue el único hombre, que logró escapar de su hechizo, a pesar de sus tentaciones indiscutibles, pero él la rechazó de tal modo, que la mujer fatal quedó metida en un laberinto de contradicciones y que del amor inexplicable que sentía por el hombre; ese sentimiento que nunca había sentido por nadie, se transformó en un odio sin límites, que llegó a ser la tragedia de Juan y que dirigía sus pasos al cementerio. Los viejos sabios llegaron a explicar que “…Son cosas que pasan en la vida como pasajes escritos en el libro de la vida, con tinta de sangre”, porque la terrible Salomé aceptó entregarse a un mafioso de esos que reinan en un barrio peligroso, sentados en el trono de la droga, a cambio de la cabeza de Juan y de esa manera, el pobre hombre terminó degollado y su cabeza puesta en una bandeja como si fuera carne de puerco.
Quizás ello explicaba el hecho de que había tenido varios hombres en su vida con vivencias apasionadas y ardientes, dignas del mejor romance, del mejor poema que cantara su historia; pero ella terminaba apartándolos de cansancio y aburrimiento: Por ello, los mismos viejos sabios decían “…que ella era una mujer fatal, que arruinaba a los hombres y los dejaba como un trapito en el basurero”.
Un día se enamoró de Juan, que quizás fue el único hombre, que logró escapar de su hechizo, a pesar de sus tentaciones indiscutibles, pero él la rechazó de tal modo, que la mujer fatal quedó metida en un laberinto de contradicciones y que del amor inexplicable que sentía por el hombre; ese sentimiento que nunca había sentido por nadie, se transformó en un odio sin límites, que llegó a ser la tragedia de Juan y que dirigía sus pasos al cementerio. Los viejos sabios llegaron a explicar que “…Son cosas que pasan en la vida como pasajes escritos en el libro de la vida, con tinta de sangre”, porque la terrible Salomé aceptó entregarse a un mafioso de esos que reinan en un barrio peligroso, sentados en el trono de la droga, a cambio de la cabeza de Juan y de esa manera, el pobre hombre terminó degollado y su cabeza puesta en una bandeja como si fuera carne de puerco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario