La hallaca que prepara mi vecina
Después que pasó el proceso electoral, caí en cuenta que mi apartamento necesitaba un cariño de fin de año y entonces decidí ponerme en acción; para limpiarlo, poner orden –como siempre-, pintarlo, atender las maderas de las puertas , ventanas, biblioteca y darle un toque general navideño, para cuando vengan los amigos a visitarme y tener buen ambiente. Empecé con el pasillo y mi puerta principal. Allí me conseguí con mi linda vecina, quien no me habla casi, porque ella apoya el proceso socialista y no me puede ver ni en pintura.
Ella estaba con la misma intención, atendiendo su casa y entonces coincidimos pintando el pasillo, las ventanas de la cocina y colocando-ambos- luces y adornos navideños, que alegraron el espacio. Estuvimos todo el día en esa actividad, lo cual nos permitió socializar y acercarnos como vecinos de varias décadas.
Mi vecina es una mujer hermosa y ese día lucía un pantaloncito cortito, muy cortito que estimulaba la imaginación de un demócrata baboso y ella, derrochaba una simpatía sin límites, que casi nunca se le ve, cuando su linda boca se llena de palabras y comentarios políticos. Decidimos no hablar de política, ni de elecciones, ni del plan de la patria y entonces, escuchamos música navideña, compartimos una sopa que hice, sacando mi sapiencia oriental y así llegamos a las primeras horas de la noche, cuando le obsequié un vinito tinto que tenía en la nevera y una rueda de pan de jamón. Entonces, mi bella vecina me preguntó: “que si quería probar su bollo”.
“Yo ni corto ni perezoso, le dije que si” y de allí pasamos a bailar unas piezas de Billo's en un ambiente pre-navideño, que nos permitió acordar una fiestica para nochebuena, cuando ella me daría a probar la hallaca de su mamá, que, según, es muy buena.
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