De renacuajo a rana
Mercedes Jiménez es una revolucionaria sesentona, que si bien no se ha leído un solo libro de Marx, Lenin, o cualquier texto de alguna mente lúcida contemporánea, defiende la revolución, después que el Gobierno le otorgó su pensión del seguro social.
Antes de su metamorfosis violenta de renacuajo en rana, Mercedita era una pequeña empresaria y ganó mucho dinero, con la honestidad de su trabajo, lo cual le permitió viajar al extranjero; manejar cuentas en divisas, adquirir propiedades, vehículos, joyas, tener un buen nivel de vida, hasta que cerró su negocio durante la revolución por múltiples factores inestables, que florecieron en la administración del gobierno cívico militar del siglo XXI.
Dejó todo, incluida su cercanía con Acción Democrática, que en su casa siempre fue el partido de sus padres y también abandonó el anticastrismo de su marido, un cubano expulsado de Cuba a principios de los años sesenta y quien murió anciano en Venezuela escupiendo pestes contra el comunismo.
Por eso, nadie se podía imaginar las razones que motivaron el extraño caso de transformación de Mercedita, cuando una noche salió al frente del edificio para tomar nota de los vecinos que tocaban sus cacerolas contra el Gobierno y entonces proceder a informar al aparato comunista de quiénes eran los vecinos gusanos, oligarcas, escuálidos, “vende patria”, pro-imperialistas y enemigos de la revolución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario